España acaba de ser testigo con lo ocurrido con la DANA en Valencia de la catástrofe que pueden desatar unas lluvias torrenciales y una inundación extrema. En 2022, en Pakistán, la llegada de un monzón alimentado por el cambio climático también desató inundaciones catastróficas que dejaron más de 1.700 muertos y más de 30 millones de desplazados. Y en 2021, en las vecinas Alemania y Bélgica, más de 200 personas perdieron la vida tras otro episodio de lluvias torrenciales extremas. Según apunta un nuevo informe de Naciones Unidas, todo este reguero de eventos demuestra la importancia de acelerar cuanto antes las medidas de adaptación frente a este tipo de fenómenos meteorológicos extremos. Sobre todo ahora que sabemos que, debido al avance de la crisis climática, irán a más. «Por cada millón invertido en prevención se ahorran hasta 14 en daños», argumenta el análisis publicado este jueves.