Sheila Noda Alonso
Madrid (EFEverde). – El agua es un elemento transversal para el desarrollo socioeconómico de un territorio y en España su gestión se asienta desde principios del siglo XX en la planificación hidrológica. Esta herramienta, según el MITECO, tiene el propósito de conseguir el buen estado y la adecuada protección del dominio público hidráulico y de las aguas, la satisfacción de las demandas, el equilibrio y armonización del desarrollo regional y sectorial, además de contribuir a minimizar los efectos de las inundaciones y sequías.
Acerca de cómo una gestión coherente y eficaz puede contribuir a preservar los recursos hídricos en un contexto cambiante debido a la emergencia climática, EFEverde.com conversó con Marta Santafé Martínez, hidrogeóloga y consultora especialista en Agua y Medio Ambiente.
¿Cuáles son las principales problemáticas que presentan los recursos hídricos en el país?
España enfrenta una serie de desafíos significativos en cuanto a sus recursos hídricos, también comunes con los países del sur de Europa. La escasez de agua quizás sea el tema que más preocupa. La irregularidad de las precipitaciones, agravadas por el cambio climático, son factores clave.
El problema es más crítico por la demanda creciente de agua, especialmente en sectores como la agricultura y el turismo, que ejerce una presión considerable sobre los recursos disponibles. Estas situaciones generan tensiones entre diferentes usuarios del agua, como el abastecimiento urbano, la agricultura y la producción de energía, y ponen en riesgo la sostenibilidad de los ecosistemas acuáticos. No hay agua suficiente para cubrir la demanda actual.
Además, la mala gestión del agua (muchas veces recae sobre la administración local que carece de medios suficientes), la contaminación de acuíferos y ríos, y la pérdida de agua por infraestructuras obsoletas son problemas recurrentes. En el otro extremo tenemos el problema de las inundaciones, si bien es verdad que hasta la reciente dana la ciudadanía no era consciente de su importancia y de la cantidad de zonas que son vulnerables a este tipo de fenómenos por la falta de planificación territorial.
¿El cambio climático cómo está influyendo en la disponibilidad y distribución de los recursos hídricos?
El cambio climático está ejerciendo una presión cada vez mayor sobre los recursos hídricos de España, alterando significativamente su disponibilidad y distribución. Los principales impactos se manifiestan en una disminución de las precipitaciones, sobre todo en zonas que ya padecen de un importante estrés hídrico, esto hace que se reduzca el agua que recarga los acuíferos y los ríos y que las reservas de los embalses sigan bajando.
También afecta al aumento de la evapotranspiración lo que aumenta la evaporación del agua debido al aumento de las temperaturas y a mayores y más intensos periodos de sequía. Todo ello genera una alteración del régimen hidrológico ya que los patrones de lluvia se vuelven más irregulares, con períodos de sequía prolongados, intercalados con episodios de lluvias intensas que pueden causar inundaciones. Y por si esto no fuera poco, también provoca subidas del nivel del mar. Por fortuna, aunque no en todo el territorio, estamos teniendo un año bastante húmedo que está permitiendo que no estemos en una situación tan crítica como la de hace unos meses.
¿Cómo se ajustan los planes hidrológicos ante las previsiones de un aumento de la variabilidad climática?
La integración del cambio climático en la gestión de los recursos hídricos es un tema de creciente importancia a nivel mundial, y en España no es una excepción. A medida que los efectos del cambio climático se hacen más evidentes es fundamental adaptar las estrategias de gestión del agua para asegurar la sostenibilidad de este recurso vital. Ya en los planes hidrológicos vigentes 2021-2027 se contempla el cambio climático como un tema importante a considerar en la planificación y se han incorporado modelos que tienen en cuenta este factor a la hora de hacer proyecciones a futuro. Estos contemplan la necesidad de adaptar la gestión del agua a este contexto y, reconocen, la reducción de los recursos hídricos y la presión cuantitativa sobre las masas de agua proponiendo medidas para mejorar la eficiencia y la resiliencia de los sistemas.
Actualmente ya se está trabajando en los futuros planes hidrológicos del cuarto ciclo 2028-2033, donde sin duda el cambio climático se está integrando en los trabajos previos. Será necesario realizar estudios más profundos que los hasta ahora realizados y alinearse con otras políticas e instrumentos que abordan este problema y especialmente en lo que se refiere a medidas de adaptación que, en el caso del agua, es urgente tener bien definidas.
¿Qué medidas se deben incorporar en los planes hidrológicos para adaptarse a sequías e inundaciones?
La adaptación de los planes hidrológicos a fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones es fundamental para garantizar la seguridad hídrica y la resiliencia. Esta adaptación exige una transformación profunda de la gestión del agua, basada en la prevención, la anticipación y la colaboración. Para la adaptación a las sequías podríamos mencionar medidas enfocadas a mejorar la eficiencia en el uso del agua: promoción de tecnologías de riego eficientes, fomento de la reutilización del agua y concienciación ciudadana sobre el ahorro de agua. La restauración de ecosistemas como la recuperación de humedales para aumentar la capacidad de almacenamiento de agua o la reforestación de cuencas hidrográficas para mejorar la infiltración del agua en el suelo y la adaptación de la agricultura a cultivos menos demandantes de agua también deben tenerse en cuenta.
Algo que pienso que es clave es la diversificación de las fuentes de suministro de agua (el llamado “mix hídrico”), incorporando fuentes “no convencionales” como el agua regenerada y la desalada, pero no para generar más recursos sino para gestionar mejor la demanda. En cuanto a las medidas para la adaptación frente a las inundaciones, es clave una buena planificación del suelo para evitar la ocupación de las zonas inundables y restaurar los cauces fluviales para aumentar su capacidad de desagüe. También es importante una combinación de infraestructuras de protección frente a inundaciones (diques, muros, etc.) junto con soluciones basadas en la naturaleza. Tras el episodio de la dana hay que incorporar medidas de gestión de los riesgos asociados a las inundaciones: como planes de emergencia y sistemas de alerta temprana, aunque no todas estas medidas son competencia de la autoridad hidráulica sí deberán de coordinarse con otras autoridades competentes.
¿Cómo se integran los aspectos medioambientales y la protección de los ecosistemas en la planificación hidrológica?
La planificación hidrológica en España ha experimentado una evolución significativa en las últimas décadas, incorporando de manera cada vez más robusta los aspectos medioambientales y la protección de los ecosistemas, esto está muy alineado con la Directiva Marco del Agua de la que emanan los principios de la planificación hidrológica. Esta integración es fundamental para garantizar una gestión sostenible del agua y asegurar la salud de nuestros ecosistemas acuáticos.
Algunos ejemplos de integración los tenemos en que todos los planes hidrológicos de cuenca en España están sujetos a una Evaluación Ambiental Estratégica, un proceso que permite identificar, evaluar y mitigar los potenciales impactos ambientales de las decisiones contenidas en dichos planes. Además, los planes establecen objetivos ambientales claros, como el logro del buen estado ecológico de las masas de agua, la protección de los hábitats y la conservación de la biodiversidad, todo ello se ve reflejado en medidas específicas para conservar y restaurar ecosistemas acuáticos, como la definición de caudales ecológicos, la restauración de riberas o la eliminación de pequeñas barreras físicas obsoletas o en desuso que fragmentan los ríos.
Sin duda, la planificación hidrológica en nuestro país ha evolucionado hacia un enfoque más integrado y sostenible, que tiene en cuenta tanto los usos del agua como la protección de los ecosistemas. Sin embargo, es necesario continuar trabajando para garantizar que estos principios se apliquen de manera efectiva en todo el territorio nacional. La creciente conciencia sobre la importancia de la protección del medio ambiente y la disponibilidad de nuevas herramientas y tecnologías ofrecen grandes oportunidades para mejorar esta integración en los futuros planes hidrológicos.
¿Cómo se aborda la gestión de aguas pluviales y las inundaciones urbanas?
La gestión de aguas pluviales y las inundaciones urbanas es un tema de creciente interés en nuestro país, especialmente debido al aumento de la frecuencia e intensidad de eventos extremos asociados al cambio climático. En primer lugar, hay que aclarar que existen unos planes específicos de gestión del riesgo de inundaciones, los PGRI, además de los planes hidrológicos, ambos instrumentos de planificación están estrechamente vinculados y, en muchos casos, se complementan y refuerzan mutuamente. Los planes de gestión de inundaciones suelen incluir medidas específicas para reducir el riesgo de inundaciones, las cuales se integran en los planes hidrológicos como parte de un conjunto más amplio de medidas de gestión. Esta integración es fundamental para garantizar una gestión eficaz del riesgo de inundaciones y una protección adecuada de la población y los bienes.
Por otro lado, en lo que respecta a la gestión de las aguas pluviales, los planes hidrológicos de cuenca incorporan diversas estrategias para abordar esta problemática como los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS), estos sistemas buscan imitar los ciclos hidrológicos naturales, reteniendo, infiltrando y evaporando el agua de lluvia en el mismo lugar donde cae. Algunas técnicas SUDS incluyen jardines de lluvia, pavimentos permeables, techos verdes o sistemas de retención de aguas pluviales como tanques de almacenamiento subterráneos o aljibes, para almacenar el agua de lluvia y liberarla de forma controlada, reduciendo así el caudal máximo durante eventos de lluvia intensa. La implementación de estas medidas ofrece grandes oportunidades para mejorar la resiliencia de las ciudades frente al cambio climático y crear entornos urbanos más sostenibles.
En su opinión, ¿qué lecciones debemos aprender de fenómenos meteorológicos extremos como la reciente dana?
La dana que azotó Valencia y algunos municipios de Castilla-La Mancha en octubre de 2024 nos ha dejado una huella imborrable por la magnitud de la tragedia humana y el elevado impacto económico que va a suponer al corto y medio plazo. Este evento nos obliga a reflexionar profundamente sobre nuestras prácticas y políticas en materia de gestión de riesgos. A partir de este suceso, podemos extraer valiosas lecciones que nos permitan mejorar nuestra capacidad de respuesta y adaptación ante eventos climáticos extremos que, según todas las previsiones, cada vez serán más frecuentes e intensos.
Es necesario invertir más en prevención. Es fundamental mejorar y ampliar las infraestructuras hidráulicas, como sistemas de drenaje, embalses de regulación y redes de alcantarillado, para hacerlas más resistentes a eventos extremos. Además, hay que implementar sistemas de alerta temprana más eficientes y precisos ya que es crucial para que la población pueda tomar medidas preventivas y evacuar a tiempo en caso de peligro. Pero todo lo anterior no servirá si no se complementa con una revisión en profundidad de la planificación territorial actual, será necesario revisar y actualizar los planes de ordenación territorial para evitar la construcción en zonas de riesgo de inundación y promover prácticas de urbanismo sostenible.
Además, según esta experiencia, es urgente mejorar los sistemas de emergencia y coordinación mediante la definición de protocolos claros, efectivos y, lo más importante, bien coordinados entre todas las administraciones implicadas (local, regional y nacional) para garantizar una respuesta rápida y eficaz ante emergencias. Por último, si algo nos ha enseñado este evento es que es necesario que la población esté informada de los riesgos a los que está expuesta y de las medidas de prevención que debe adoptar, para lograrlo es fundamental que se me mejore la comunicación y establecer una cultura de la prevención a través de la educación ambiental y de riesgo de desastres. La dana nos ha mostrado con toda su crudeza la vulnerabilidad de nuestro territorio y la necesidad de actuar de manera urgente y coordinada para hacer frente a los desafíos del cambio climático. EFEverde
sna
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