La cuenca del Ebro está al borde del colapso: afronta una crisis alarmante debido a la sobreexplotación de sus recursos. En zonas como Aragón y Lleida el uso intensivo del agua, principalmente para la agricultura de regadío y la ganadería intensiva (macrogranjas), ha llevado a un agotamiento preocupante de los recursos hídricos y pone en serio peligro los ecosistemas que dependen de ellos.