En su poema El derecho a soñar (1995), el escritor uruguayo Eduardo Galeano comienza diciendo: “¡Quién sabe cómo será el mundo en 2025!” y pasa a imaginar un futuro mejor. Desafortunadamente, 2025 está cerca, y con cada año que pasa, nuestra supervivencia está en riesgo.
Solo en este año, millones de personas en todo el mundo han experimentado fenómenos climáticos extremos, temperaturas récord, genocidios y exposición mortal a productos químicos tóxicos y contaminación, lo que ha provocado muertes masivas, lesiones, desplazamiento, pobreza y traumas. ¿Por qué nuestros sistemas educativos no han abarcado esta crisis?
¿Por qué nuestros sistemas educativos no han abarcado esta crisis?
Las escuelas siguen siendo campos de batalla para la construcción de sociedades, y la educación puede ser utilizada para mantener el status quo o para crear un futuro más justo y sostenible. En un mundo donde los desastres climáticos están interrumpiendo el acceso a la educación, donde la eco-ansiedad es común entre los jóvenes, y donde la contaminación afecta a la salud de millones de niños, debemos asegurarnos de que los jóvenes estén preparados para abordar los problemas sociales y el mayor desafío que enfrenta nuestra generación: la crisis climática.
Sin embargo, seguimos sin tener una educación integral en justicia climática. El Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO y el reciente mapeo global del Proyecto MECCE mostraron que el mundo solo alcanzó una nota del 50% en una prueba sobre cuán extensamente los sistemas educativos abordan el cambio climático en sus planes de estudio y programas. También reveló que la mayoría del contenido relacionado con el cambio climático todavía se enseña únicamente en la clase de ciencias y no se aborda en otras materias.
El cambio climático, mencionado brevemente en las escuelas
Yendo a escuelas públicas en Texas, vi cómo esto ocurría en la práctica. Observé cómo el cambio climático se mencionaba brevemente y se presentaba únicamente como un problema futuro que impactaría a los osos polares. Las soluciones propuestas no iban más allá de reciclar y reducir la huella de carbono personal. No fue hasta que hice una pasantía en el programa Jóvenes Académicos por la Justicia (YSJ, por sus siglas en inglés) de PODER cuando era adolescente, que todo comenzó a tener sentido. El currículo de YSJ se centra en la organización por la justicia medioambiental, la historia de los movimientos BIPOC, las culturas indígenas locales y un análisis crítico de las estructuras sociopolíticas. A través de varias lecciones, talleres de arte y poesía, conferencias, y de mi participación en la organización, pude expresar en palabras el qué, el porqué y el cómo de las desigualdades que había experimentado y observado a mi alrededor. También fue la primera vez que me di cuenta de que el conocimiento tradicional es una parte crucial de las soluciones climáticas. La cosmología de plantas, los espíritus de los árboles, Bodhisattvas, etc., que me transmitieron mis ancestros Hakka e indígenas taiwaneses estaban llenos de sabiduría. De repente, el conocimiento cultural con el que había crecido tenía valor fuera de mi hogar.
A lo largo de los años, he trabajado en numerosas campañas, desde la lucha contra la industria petroquímica y por el acceso a agua limpia y asequible, hasta abogar por la eliminación de combustibles fósiles y políticas de impacto progresivo. Pero fue gracias a la educación en justicia climática que recibí a través de PODER, a las historias de mi madre, a mi comunidad, a profesores radicales y a mi participación en la organización, que pude transformar la desesperación en acción. Veo la educación como una práctica de libertad, como una oportunidad para reclamar la cultura, reescribir la historia y reimaginar nuestro mundo.
Esto fue lo que me llevó a crear programas y currículos de justicia medioambiental junto con nuestro increíble equipo BIPOC, a través de mi organización sin ánimo de lucro Start: Empowerment.
Creo que es imperativo que todos los estudiantes escolares de último año tengan acceso a una educación climática integral, que centre ecologías tradicionales, justicia, conciencia crítica, aprendizaje socioemocional, STEAM (siglas en inglés: ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas) y acción.
Debemos ir más allá de la simple concienciación sobre la crisis climática y comprender sus causas y raíces sociopolíticas y las soluciones. Le debemos a la próxima generación darle las herramientas y el conocimiento necesarios para enfrentar la crisis climática y la opresión sistémica. Solo entonces podremos imaginar y construir un mundo diferente, y espero sinceramente que a nuestras futuras generaciones se les otorgue el derecho a soñar. Quizás en 2075 – ¡quién sabe cómo será el mundo entonces!
(*) Alexia Leclercq es cofundadora de Start: Empowerment.
Access to Climate Education is a Matter of Justice. By Alexia Leclercq (Start: Empowerment)
In his poem The Right to Dream (1995), Uruguayan writer Eduardo Galeano starts with “Who knows how the world will be in 2025!” and goes on to imagine a better future. Unfortunately, 2025 is coming up, and with each year passing our survival is at stake. This year alone, millions of people worldwide experienced extreme climate events, groundbreaking temperatures, genocides, and deadly exposure to toxic chemicals and pollution leading to mass death, injury, displacement, poverty, and trauma. Why have our education systems not caught up with this crisis?
Schools continue to be battlegrounds for the building of societies, and education can either be utilized to uphold the status quo or create a just and sustainable future.In a world where climate disasters are disrupting access to education, where eco-anxiety is prevalent among youth, and where pollution impacts of the health of millions of children, we must ensure that young people are equipped to tackle societal issues and the biggest issue facing our generation – the climate crisis.
Yet, i we still lack comprehensive climate justice education. The Global Education Monitoring Report at UNESCO and the MECCE Project’s recent global mapping showed that the world scored only 50% in a test on how extensively their education systems cover climate change in their curriculum and syllabi. It also showed that most of the content related to climate change is still only taught in a science class, and not covered across other subject areas.
Attending public schools in Texas, I saw this playing out in practice. I saw how climate change was briefly mentioned and only framed as a future issue that will impact polar bears. The solutions that were brought up didn’t go beyond recycling and reducing one’s personal carbon footprint. It wasn’t until I interned for PODER’s Young Scholars for Justice (YSJ) program as a teenager, that the pieces began to fall into place. The YSJ curriculum centers environmental justice organizing, BIPOC movement history, local Indigenous cultures, and a critical analysis of social-political structures. Through various lessons, art and poetry workshops, guest speakers, and participating in organizing I was able to put words to describe the what, why, and hows of the inequalities I had experienced and observed around me. It was also the first time I realized that traditional knowledge is a critical part of climate solutions. The cosmological stories of plants, tree spirits, Bodhisattva etc passed down to me from my Hakka & Indigenous Taiwanese ancestors were full of wisdom. The cultural knowledge I had grown up with was valuable outside my home.
Over the years, I’ve worked on numerous campaigns, from fighting against the petrochemical industry and for access to clean and affordable water, to advocating for fossil fuel phase out and cumulative impact policies. But it was only because the climate justice education I received, through PODER, through my mom’s stories, through community, through radical professors, through organizing allowed me to turn despair into action. I see education as a practice of freedom, as an opportunity to reclaim culture, rewrite history, and reimagine our world.
This is what led me to co-create environmental justice curricula and programming alongside our incredible BIPOC team, through my nonprofit Start:Empowerment.
I believe it is imperative for all K-12 students to have access to comprehensive climate education, one that centers traditional ecologies, justice, critical consciousness, social-emotional learning, STEAM (science, technology, engineering, art and mathematics) and action.
We must go beyond simple awareness of the climate crisis to understanding its social-political root causes and solutions. We owe it to the next generation to provide them with the tools and knowledge needed to tackle the climate crisis and systemic oppression. Only then, can we imagine and build a different world – and I sincerely hope that our future generations will be given the right to dream. Perhaps in 2075 – who knows what the world will be!
Alexia Leclercq, co-founder of Start: Empowerment.
Esta tribuna forma parte de una serie que publicamos en @cdoverde de EFEverde.com en colaboración con UNESCO con ocasión del el día de la educación en la COP 29.
Ilustración de Víctor Solís para la Viñeta Verde en @efeverde
Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de EFEvhttps://efeverde.com/prohibicion-uso-fueloil-aguas-artico/erde
Esta tribuna puede reproducirse libremente citando a sus autores y a EFEverde.
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